jueves, 24 de febrero de 2011

TIC, ¿educación o simple recurso?; el peligro de la sociedad de la información por Antonio Navarro

A tenor de la viñeta vista en clase (la de la portada por ordenador, para el que no se acuerde), se ha desatado una ola de argumentos a favor de la utilización de las TIC como una educación de calidad y que mira al futuro, poco menos que tachando a los nuevos y antiguos docentes que no las usan de individuos trasnochados y anclados a un sistema completamente anticuado y no menos trasnochado que sus seguidores.
En los tiempos que corren es un poco jodido eso de ir en contra de la opinión general, pero en este tema no veo el porqué de las aseveraciones que acabo de describir.
El ejemplo más claro lo viví el año pasado, cuando tuve la gran suerte de coincidir con una profesora de las de toda la vida, pero con el plus de que amaba su trabajo de verdad. Su personalidad dentro del aula cambiaba, sus ojos se iluminaban y los poemas de Miguel Hernández eran otros con el timbre de su voz, pues captaba como nadie, con su amor por la literatura y por la docencia, el espíritu del oriolano.
En fin, su concepción dejaba de lado el uso de las TIC: los trabajos a mano, ni una presentación en power point, la información con preferencia bibliográfica por los libros más que por las direcciones web, y así un largo etcétera. Sin embargo, y a pesar de todo esto, fue el año más estimulante de Lengua y Literatura que he tenido nunca. Su amor por el trabajo y por la forja de un espíritu crítico con respecto a la información y a la misma sociedad era encomiable, y su capacidad única para animar el ambiente cuando se cargaba de más, unido todo a su eminente dominio de la asignatura que impartía y su respeto por alumnos y profesores hacía que fuera respetada por todos como una mujer ampliamente reconocida por su sabiduría y dedicación.
No estoy en su cabeza, ni quisiera estarlo, pero esta mujer creo que comprendía perfectamente la utilidad de las TIC como recurso, no como educación propiamente dicha. No prohibía su uso, sino que era consciente del mal uso que probablemente podríamos hacer de ellas. Así, no pretendo negar la clara utilidad de las TIC en la educación, pero tampoco comparto el entusiasmo ni las defiendo con tanta vehemencia como otros.
Pululan por la red multitud de peligros para todo aquel novato o "profano" en su uso que no se ande con mil y un ojos, contando al de detrás. Me refiero a peligros aparte de los ya conocidos pederastas, salidos, políticos y demás cohorte de seres endiabladamente aburridos y maliciosos. Me refiero a las tentaciones del copiar-pegar indiscriminado, me refiero a la información endemoniadamente falsa, colgada con toda la ignorancia del mundo, o eso quiero creer.
Estos peligros son los que no te matan, sino los que acaban volviendo a uno majareta. Esa es la educación primera que se debe dar ante las TIC, el de su uso y peligros, no centrando el grueso de la acción en su uso, sino en la utilidad de lo que contienen en su interior, complementando su uso razonable con el ingenio del docente, verdadero instrumento y principio y fin de la docencia, la vocación de amar el saber y de enseñar a amarlo.

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